Temperancia

Una de las reglas más importantes que afectan la naturaleza física y que repercute en la salud integral de la persona se refiere a la temperancia.

La palabra temperancia viene del latín temperantia, que significa ‘templanza’ o ‘moderación ‘. Y una de las definiciones más ajustadas de este concepto dice que la temperancia consiste en abstenerse de todo lo perjudicial y usar con prudencia lo que es saludable.

En cierto sentido, se puede equiparar la temperancia con el dominio propio, y este concepto es aplicable a todos los aspectos de la vida: comer, beber, dormir, vestir, trabajar, etcétera.

En cada uno de estos ámbitos, el mayor riesgo no se encuentra en la escasez, sino en la abundancia, pues la intemperancia –la falta de moderación y dominio propio— está estrechamente ligada a la decadencia moral del ser humano.

Marco Antonio Félix, procurador romano de Judea y Samaria entre los años 52 y 60 d. C., se había criado en un ambiente caracterizado por los excesos y la corrupción. De hecho, la antigua Roma fue famosa por sus desenfrenos en el comer, el beber y la sexualidad.

El historiador romano Tácito dice que Félix, bajo la influencia de ese ambiente, practicó toda clase de lujuria y maldad.

En apóstol Pablo, que estaba preso el simple hecho de predicar acerca de Jesús, fue invitado a exponer delante de Félix.

Probablemente, el procurador solo estaba intrigado con respecto al predicador que tanto alboroto había generado en algunos lugares.

Pero Pablo, fiel a sus convicciones, no dejó pasar la oportunidad de confrontar al procurador con su conducta desordenada.

El registro bíblico dice:

“Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó y dijo: Ahora vete, y cuando tenga oportunidad, te llamare”.

No es extraño que, ante un mensaje de esa naturaleza, el administrador romano se atemorizara; y aunque no había hallado falta alguna en el acusado, todavía esperaba recibir algún soborno antes de dejarlo en libertad.

De esa manera, es posible notar lo difícil que resulta para una persona cuyo dominio propio se encuentra debilitado, tomar decisiones correctas para cada situación.

A semejanza de Félix, muchos en nuestra sociedad estamos expuestos constantemente a los excesos. La simple búsqueda del placer en ciertas conductas y en el consumo de algunas sustancias, es una realidad preocupante porque abren la puerta a las adicciones y otros problemas de salud.

Seguramente si el apóstol Pablo estuviera aún entre nosotros, nos recordaría los beneficios de la temperancia o el dominio propio. Cuando Félix lo escuchó, se espantó.

Ojalá a vos, querido lector, este mensaje te anime a revisar tu estilo de vida y a tomar decisiones en busca la salud y el bienestar.

 

Adaptado de “Un corazón alegre” de Julián Melgosa

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