Cómo nutrir nuestras familias y nuestra alma

Al escuchar la palabra nutrición rápidamente pensamos en lo que comemos, en la alimentación, y esta nutrición es muy importante. Sin embargo, hay otras cosas que requieren ser nutridas. En este artículo encontrarás cómo nutrir nuestras familias y nuestra alma.

Nutrición del cuerpo

Los nutrientes son esenciales para el desarrollo de una buena salud y el mantenimiento de la vida. Las nutricionistas de Vida Sana estudian el impacto que tienen los alimentos, tanto los que favorecen los procesos de recuperación de la salud como los que dañan al organismo.
Alimentos tales como la quinua, la chía, el amaranto y otros, son portadores de grandes beneficios para nuestro organismo.
El sistema nervioso requiere de nutrientes específicos para su buen funcionamiento, como, por ejemplo, el triptófano. Este aminoácido es un precursor de la serotonina, vinculada al bienestar psicológico. También sucede lo mismo con alimentos que son específicos para nuestro corazón, pulmones, músculos, vista, riñones, hígado, etc. Podemos encontrar nutrientes específicos para cada aspecto del cuerpo y la mente.

Nutrición familiar

Virginia Satir, terapeuta familiar, en su libro Nuevas relaciones humanas en el núcleo familiar, hace una comparación entre familias “nutricias” y familias “conflictivas”.
Ella menciona que, en las familias conflictivas, el clima es frío y el ambiente es, en muchas ocasiones, tenso. Algunos miembros de este tipo de familias se ven aquejados de males físicos, pues sus cuerpos responden de manera humana a un ambiente inhumano. “Los adultos están tan ocupados en decir a los hijos, y el uno al otro, lo que deben y no deben hacer, que jamás aprenden a disfrutarse como personas”.
En cambio, en las familias “nutricias” se puede presentir naturalidad, sinceridad y amor. “La gente demuestra su afecto, intelectualidad y respeto por la vida”. No existe tanta tensión muscular y corporal, las expresiones faciales son relajadas, se habla con voces sonoras y claras.

Nutrición del alma

Nuestro cuerpo, nuestras familias, pero también nuestras almas necesitan estar bien nutridas. Lo que consumimos a través de los medios de comunicación está lleno de “comida chatarra”; podemos pasar horas incorporando basura a nuestros espíritus. Muchas veces, la carga de adrenalina que tienen los contenidos no hace más que sembrar el terreno para la proliferación de todo tipo de adicciones. Además de cargarnos de emociones negativas, nos brinda información falsa e irrelevante, que lo único que hace es dejar el alma desnutrida.

Te propongo que podamos llevar adelante una alimentación sana en nuestras dietas; que intentemos desarrollar vínculos “nutricias” pero, sobre todo, que alimentemos nuestras almas con los mejores nutrientes que podamos encontrar. Para eso, te invito a ir a la fuente más importante de nutrientes: Dios. Él es quién nos provee los ricos frutos que necesitamos para una vida feliz: afecto, paciencia, gratitud, solidaridad, paz, bondad, amor.

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