El proceso de creación de un hábito

Cuando queremos incorporar a nuestra vida determinadas conductas (caminar todos los días, tomar agua, no comer entre horas, etc.) o deseamos dejar algunas conductas que no nos gustan, nos damos cuenta que solamente con el deseo, el entusiasmo o la motivación no nos alcanza.  Para establecer o erradicar dichas conductas hace falta algo más. Entendemos que el proceso de creación de un hábito es más complejo. En este artículo te comparto algunos aspectos del funcionamiento de este proceso que te ayudará a realizar planes más adecuados.

La función del sistema nervioso en el proceso de creación de un hábito

Sabemos que el sistema nervioso es el encargado de enviar la información de la acción que decidimos realizar a los lugares encargados de realizarla. Por ejemplo, si decidimos tomar un vaso de agua, el cerebro, por medio de un completo circuito de neuronas sensitivas y motoras, envía la orden a la mano para que realice dicha acción.

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Cada acción que desarrollamos deja su huella en el sistema nervioso. Mientras más repitamos dicha acción, esa huella se irá fortaleciendo y creciendo con cada paso eléctrico por ese lugar. Este “pasaje” de electricidad también estimula el complejo funcionamiento de los neurotransmisores; los encargados de este traspaso de una neurona a otra. Estos neurotransmisores, a su vez, también se fortalecen con cada paso de mensajes; es decir, la ruta se va fortaleciendo. Podemos decir que el “cable” eléctrico se fortalece.

Este proceso nos lleva a estructurar conductas automáticas. Realizamos algo sin pensarlo, o casi sin pensarlo, como cepillarnos los dientes, colocarnos los zapatos, etc.

Cuando quiero hacer algo diferente

Ahora bien, cuando decidimos hacer algo diferente de lo acostumbrado el proceso del hábito se altera. Esto genera cierta resistencia o tensión. Es decir, la “ruta” anterior es la que prima y, por lo tanto, nuestro “vehículo” tendrá la tendencia a ir hacia la ruta vieja. Es preciso resistir dicha tendencia. Como el proceso de la nueva habituación está comenzando desde cero, necesitamos sumo cuidado y atención para que esta repetición no sea abandonada por la fuerza de aquellos “viejos” hábitos que deseamos modificar. En este sentido, aquel refrán “más vale malo conocido que bueno por conocer” se cumple con notable certeza. Por lo tanto, perseverar y mantener la firmeza necesaria en las primeras etapas es clave para la instalación de la nueva conducta.

El mejor complemento

Podemos agregar que, si a este proceso lo acompañamos de una corriente de afecto positivo como el amor, la alegría, el cariño y la compresión, tendrá muchas más oportunidades de fortalecerse y crecer. Por el contrario, si las condiciones son el enojo, el fastidio o la resistencia, será perjudicial.

Hace algún tiempo, me llegó este texto de Sean Covey que he utilizado para las personas que están queriendo incorporar hábitos de salud:

Soy tu compañero constante. Soy tu mejor ayuda para tu carga más pesada. Te impulsaré hacia adelante o te arrastraré hacia la profundidad del fracaso. Estoy absolutamente a tus órdenes.

La mitad de las cosas que haces bien podrías dejarlas en mis manos, y yo estaría en condiciones de hacerlas rápida y correctamente.

Soy siervo de todos los grandes hombres y también todos los fracasos son mis esclavos. Aquellos que son grandes lo son gracias a mí. Quienes han fracasado, yo he sido el culpable.

No soy una máquina y, sin embargo, funciono con la precisión de una máquina y con la inteligencia de un hombre. Puedo ayudarte a ganar una fortuna o también a caer en la ruina. A mí me da lo mismo. Tómame, enséñame, sé firme conmigo, y pondré el mundo a tus pies. Sé débil conmigo, y te destruiré.

¿Deseas saber quién soy?… ¡El hábito!

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